CAMBIANDO EL AMBIENTE A TRAVÉS DEL ARTE
Una mujer que sin estudiar pedagogía ni ser artista profesional, desde el lenguaje del afecto y su amor por la pintura, ha logrado que niños y jóvenes e incluso padres de escasos recursos, se transformen en artistas y el papel que algunos llamaban basura se transforme en obras de arte.
“La profe” como la llaman sus vecinos y los cientos de personas que han participado de los talleres y encuentros realizados desde la escuela artística y ambiental Huellas, recorre cada rincón de este pueblo contagiando especialmente a niños, niñas y jóvenes de su amor por el arte y el medio ambiente.
Desde el año 2006, en el barrio Los Comuneros, esta mujer, madre soltera, de menuda estatura y gran corazón, comenzó con su sueño de crear una escuela para niños, niñas y jóvenes en donde el arte y la creatividad les permitiera analizar sus propias historias e implementar ideas transformadoras frente a este mundo que habitan y muchas veces los excluye. “A Huellas llegan siempre los jóvenes que dicen que son cansones, pandilleros o niños que les dan medicina porque son hiperactivos, y para todos hay espacio en esta familia, como dice mi mamá”, afirma Lizeth, su hija mayor, quien a sus 14 años y junto a sus dos hermanos ha sido testigo de las tantas historias de superación que Alexandra no se cansa de impulsar.
En Huellas, los niños coordinan talleres, pintan historias, los jóvenes hacen papel y lideran conversatorios sobre sus problemáticas, los padres escuchan y se sorprenden mientras conocen las habilidades escondidas en el silencio y la supuesta rebeldía de sus hijos.
ALEXANDRA RAMÍREZ
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