LA BÚSQUEDA INCANSABLE DE LA JUSTICIA
En los tiempos en que Marco Tulio Pérez Guzmán, alias “El Oso”, comandaba en el corregimiento de Libertad, y la ley que se obedecía allí era la de los paramilitares; Adriana fue nombrada enfermera en esta región. Salvó muchas vidas que los paramilitares quisieron terminar, e incluso tuvo que salvar la vida de “El Oso”. Adriana, que no era del corregimiento, se convirtió en una liberteña más, y junto con la comunidad se dedicó a pensar en estrategias para sobrevivir y resistir a la violencia.
Cuando los paramilitares se fueron, Adriana entendió la importancia de que la comunidad exigiera sus derechos como víctimas y se dedicó a orientar y a acompañar a los habitantes del corregimiento para participar en el proceso de justicia transicional que inició con la desmovilización paramilitar. Sin embargo, un grupo de mujeres -las que habían sufrido violencia sexual en el marco del régimen impuesto por el grupo armado- no querían saber nada de este proceso. Temían ser estigmatizadas y culpabilizadas. Temían que si denunciaban, “El Oso” tomaría represalias. Fue entonces cuando Adriana decidió acompañarlas en el proceso. De la mano de IMP, logró que estas mujeres se empoderaran, comprendieran sus derechos y superaran el miedo. Luego de varios años de trabajo, Adriana logró que diez mujeres se sintieran con la fuerza suficiente para denunciar.
Desde entonces, Adriana ha recibido múltiples amenazas, pero ello no la ha hecho desistir de su lucha por que se haga justicia para las mujeres de Libertad. Su compromiso con estas mujeres la ha hecho permanecer, a pesar de que a causa de las amenazas hoy está lejos de su familia. Su fortaleza es tan grande que le alcanza para sostener en el proceso a diez mujeres más y a todas las que desde IMP, han tenido la maravillosa experiencia de trabajar con ella.
ADRIANA MARÍA PORRAS MURILLO
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